El cinismo es facilísimo. No hablo del cinismo como corriente filosófica, sino de esa actitud moderna que cuestiona sistemáticamente todo lo que huela a institución, pero que paradójicamente mantiene puntos ciegos enormes en otras áreas de la vida.
Una vez tuve una conversación con un ex-compañero de trabajo. Él es un cínico convencido. Él es anti-natalista, ateo, y tiene un problema grande con todo lo que le huela a institución. Diría que anti-todo, pero no es cierto; sería pintar una caricatura de una persona que sé que en aspectos de su vida ha encontrado una convicción fuerte sobre el impacto de su trabajo actual y seguramente muchos más aspectos de su vida personal que desconozco.
La conversación que tuvimos fue un poco de la siguiente manera:
Yo: «Creo que al final lo que está pasando con las fintechs y los neobancos es muy bueno para el país. Por lo menos la gente ahora es consciente de que los bancos pueden ayudarlos a lograr sus metas. A mí sí me motiva ver el cambio de expectativas de las personas, siento que estoy trabajando para algo bueno».
El cínico: «Pues ahora se creen ONGs, seguramente están regalándole plata a la gente. Eso es pura estrategia de mercadeo, al final todos los bancos son negocio, es prestar caro y pagar poco por los ahorros».
Yo: «Bueno, yo sí creo que el acceso a crédito, el número de personas que se han bancarizado por el acceso a soluciones digitales, al final tienen un impacto positivo en las personas. El crédito sí es un negocio pero también ayuda a muchas personas a invertir en herramientas para hacer su vida más fácil, generar más ingresos o poder invertir en una casa. Creo que el tema es mucho menos unidimensional de como lo mencionas».
El cínico: «Sí y todo eso es perfecto, pero no vengas acá a decir que la gente que trabaja en tecnología o en fintechs de verdad creen que la motivación principal es cambiar el mundo… son un negocio».
Le cambié de tema porque vi que no quería conversar conmigo. En su voz había una gran emocionalidad y parece que el tema tocaba algo que hacía parte de sus creencias fundamentales. Me lo decía no para hacerme cambiar de opinión, era su monólogo interno, su forma de ver el mundo, los pilares de sus creencias fijas de cómo él "sabía" que el mundo funcionaba. Le gané a mi «ego» que quería alegar que yo sí creo que estoy haciendo algo bueno por el mundo, solté mi necesidad de corregir su entendimiento sobre lo que hacía y cómo lo hacía, y así pude escuchar lo que realmente quería decir en el fondo: la desesperanza es cómoda; mi rabia es justificable y sobretodo incuestionable.
Es una posición cómoda porque saben que la destrucción total nunca va a pasar. El día que realmente se destruyera la institución que critican, no tendrían ni idea de qué hacer en su reemplazo. Es una crítica que viene con superioridad moral pero sin responsabilidad: "participo porque me tocó, pero todo está mal".
La voz cínica de esta persona despertó tal vez inconscientemente en mí la voz de la duda fundamental de los que trabajamos: ¿por qué lo hago? Mi respuesta es parcial, pero es suficiente, porque es un trabajo que está en construcción permanente:
Debo enmarcar mi trabajo en el impacto positivo que creo que puede tener en el mundo, porque si las personas que hacen no creen con convicción que lo que hacen puede hacerle bien a los demás, lo que es seguro es que no lo tendrá.
Debo escoger donde trabajo bien, porque si los líderes no están convencidos de la visión de impacto que busca la organización, yo como empleado nunca la tendré.
Las creencias influencian acciones, las acciones construyen realidades. Una actitud cínica no me va a llevar a construir nada, lo que no quiere decir que no me deba cuestionar las cosas que hago, ni que el fin justifica los medios.
El cinismo me aísla; sólo con los demás puedo tener impacto (no importa lo que digan los que sueñan con un futuro de solopreneurs y sus 40 agentes).
Tal vez en este proceso de vivir fluctuamos entre los dos personajes de la conversación, existimos con el deseo permanente de creer que nada importa. No sé si sea verdad, pero me parece un camino muy aburrido. Yo prefiero vivir intensamente y que sea la vida la que me pruebe lo contrario. Al final, el cinismo es enemigo del foco: no puedes pensar profundamente sobre soluciones si ya decidiste que no las hay.
OOO || Recomendaciones y otros
Un evento: Make it Matter Fest
Si están en Bogotá, el 11 de julio se celebra la tercera edición del Make it Matter Fest de Sazú. Hablando de gente que cree que su trabajo puede marcar la diferencia, la programación está llena de panelistas excelentes, pero hay una en particular que no pueden perderse: Ana María Cáceres.
Primero, porque pasó 15 años en Bavaria, luego vivió de primera mano la transformación de Ola a Tigo durante otra década, y más tarde lideró las comunicaciones de la Clínica Méderi, incluyendo el reto de la pandemia. Difícil escucharla y no convencerse de que una sola persona, con convicción y enfoque, realmente puede mejorar la vida de los demás.
Acá les dejo el link para que se inscriban al evento: Inscríbanse
Si se animan a ir búsquenme que por allá estaré escuchando el evento.
Excelente reflexión. Yo dejé de salir a almorzar con una compañera cinica del trabajo. Siempre pensé si no le gusta porque no se va a otra empresa que si la llene? A veces creo que la comodidad es más grande que la valentia.